El libro “Maestría” de Robert Greene expone los estereotipos existentes en relación a los genios y a la inteligencia, desvelando los secretos del talento y de la grandeza.
Mediante una serie de investigaciones y análisis acerca de las vidas de grandes personajes como Einstein, Darwin o Da Vinci, el autor te ayudará a sacar a la luz lo que más te apasiona para convertirte en un maestro.
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No necesitas un talento natural para ser un maestro, sólo seguir a nuestros antepasados
La mayoría de la gente piensa que los extraordinarios logros de grandes hombres como Da Vinci o Mozart tuvieron su origen en el talento natural. Pero eso no es cierto. De hecho, no existe un vínculo natural entre el talento innato y el dominio de una habilidad o una disciplina.
Como demuestra un estudio realizado sobre niños con algún talento extraordinario, sólo una cantidad relativamente pequeña de los mismos acaba consiguiendo logros extraordinarios.
Por otro lado, las personas que en el colegio muestran pocos signos de tener un talento específico suelen alcanzar logros más importantes en el futuro que sus compañeros más talentosos.
Por ejemplo, fíjate en el caso de Sir Francis Galton, que era primo de Charles Darwin. Mientras que Darwin fue un chico normal que no mostraba signos de tener una inteligencia especial, Galton tenía un cociente intelectual más elevado y estaba considerado como un genio extraordinario.
Sin embargo, más adelante, Darwin se convirtió en uno de los científicos más importantes y está considerado como una de las personas más creativas de su siglo.
Obviamente, la maestría no depende de si tienes un don o si eres alguien “normal”. Por lo tanto, ¿qué pueden hacer un genio especial o una persona normal para convertirse en maestros?
Pues según el libro “Maestría”, de Robert Greene, la respuesta se encuentra en los pasos que dieron los grandes maestros de la historia.
Cada uno de ellos descubrió un campo o una disciplina, empezó a aprender, desarrolló una mente abierta y creativa y, en última instancia, alcanzó la maestría. Edison, Mozart, Einstein, Goethe… Todos los grandes maestros de la historia siguieron el mismo camino hacia el éxito.
Pero es que los maestros modernos también siguieron los mismos pasos. Por ejemplo, antes de convertirse en un boxeador profesional, Freddie Roach soñaba con ser boxeador.
Estuvo bajo la tutela del magnífico entrenador Eddie Futch, y creó un estilo de lucha único. Hoy en día, Roach está considerado como uno de los mejores entrenadores de boxeo de su generación.
En definitiva, para ser un maestro no hace falta que tengas un don, un talento natural o un cociente intelectual elevado. Sólo tienes que buscar un campo o una disciplina y seguir los pasos de los grandes maestros que te precedieron.
En el fondo, todo el mundo siente la necesidad de ser un maestro en un campo
¿Alguna vez has sentido que una profesión o una disciplina concreta estaban hechas para ti, y que trabajar en ese campo era tu destino? Pues esa sensación existe. Cada persona es única.
Gracias a las infinitas posibilidades de las combinaciones del ADN, somos un fenómeno único. Como ocurre con los copos de nieve, no hay dos personas exactamente iguales.
Entonces, ¿por qué no actuamos de forma diferente? Debido a la presión que sentimos por encajar, rechazamos nuestras particularidades con la vana esperanza de que, si hacemos lo mismo que el resto del mundo, podremos librarnos de los problemas.
Ahora bien, aunque aceptar este “camuflaje” ofrece ciertas ventajas, son las particularidades de cada uno las que nos incitan a escuchar nuestra voz interior.
De hecho, muchos de los genios de la historia experimentaron un momento de “iluminación” en el que supieron lo que querían hacer con sus vidas. Muchos de ellos sintieron en algún momento de sus vidas que había una fuerza que les empujaba hacia un campo específico.
Según Leonardo Da Vinci, su momento de “despertar” se produjo cuando robó un cuaderno de notas del despacho de tu padre, lo que le permitió satisfacer su profunda pasión por dibujar animales en el bosque.
En cuanto a otros, ese momento llega a experimentarse incluso como si se tratara de una “voz interior”. Sería el caso de los cristianos que afirman de forma conmovedora que escuchan las instrucciones de Dios, quien les dice que utilicen sus vidas para una misión concreta.
Por lo tanto, según el libro “Maestría” de Robert Greene, no debes usar tu energía para mezclarte con la masa, sino para darte cuenta de que eres único y tienes una misión en la vida.
Y esa misión se puede averiguar de forma muy sencilla sin más que escuchar y seguir la voz de tu corazón. De hecho, a continuación te explicaré exactamente cómo puedes seguir esa voz.
Tu objetivo principal en un campo nuevo no debería ser el éxito o el dinero rápido, sino aprender todo lo que puedas
Cuando las personas quieren empezar en un sector concreto (siendo becarios o en su primer trabajo), suelen elegir puestos que prometen prestigio y un sueldo cuantioso. Sin embargo, hay que tener en cuenta otras recompensas más importantes.
Por ejemplo, es posible que merezca la pena aceptar un trabajo que te proporcione la oportunidad de aprender, incluso si el salario no te satisface del todo. De esta manera, más adelante te podrán aceptar en otros puestos mejor remunerados, cuando hayas acumulado la experiencia práctica de los trabajos mal pagados.
Un ejemplo sería el del boxeador Freddie Roach: aceptó un trabajo no remunerado en un centro de boxeo, y dedicó tiempo a desarrollar las habilidades que necesitaría en su carrera profesional.
En última instancia, sus esfuerzos acabaron mereciendo la pena: Roach acabó ganando mucho más dinero que si hubiera optado por trabajar en un puesto bien remunerado.
Pues bien, muchos maestros también se enfrentaron a este tipo de decisión.
Por ejemplo, Charles Darwin rechazó cuando era joven un trabajo en una escuela de medicina, y otro bien remunerado en una iglesia.
En vez de eso, convenció a su padre para que le permitiera trabajar como naturalista sin sueldo en el HMS Beagle, donde tuvo la oportunidad de estudiar con libertad plantas y animales exóticos.
Las observaciones que recopiló en el viaje le ayudaron a desarrollar su famosa Teoría de la Evolución.
Pues bien, muchos maestros también se enfrentaron a este tipo de decisión. Por ejemplo, Charles Darwin rechazó cuando era joven un trabajo en una escuela de medicina, y otro bien remunerado en una iglesia.
En vez de eso, convenció a su padre para que le permitiera trabajar como naturalista sin sueldo en el HMS Beagle, donde tuvo la oportunidad de estudiar con libertad plantas y animales exóticos. Las observaciones que recopiló en el viaje le ayudaron a desarrollar su famosa Teoría de la Evolución.
Por su parte, Benjamin Franklin decidió trabajar en una imprenta en lugar de encargarse de la lucrativa empresa de velas de su padre. Esto suponía que tendría que dedicar más tiempo a su formación y que sus finanzas no estaban garantizadas.
Sin embargo, Franklin se dio cuenta de que podía aprovechar su puesto para aprender a elaborar documentos, una habilidad que le resultaría muy beneficiosa más adelante.
Así que la conclusión del libro “Maestría” de Robert Greene sobre esta cuestión es que no debes centrarte en el prestigio o en el dinero cuando busques tu primer trabajo o cuando seas becario.
En vez de eso, busca personas que te proporcionen oportunidades para acumular conocimientos y desarrollar habilidades. Eso te será de ayuda para obtener mayores recompensas financieras en el futuro.
La mejor forma de adquirir disciplina y pulir tus habilidades es contar con un mentor que te guíe
Aprender algo nuevo nunca resulta fácil. Sin embargo, como mínimo sí que puedes hacer que el proceso te resulte más sencillo. De hecho, cuando intentamos aprender algo nuevo por nuestra cuenta, tendemos a cometer errores evitables y a dedicar demasiado tiempo a averiguar cómo hacerlo bien.
El resultado es que malgastamos tiempo y recursos.
Por lo tanto, necesitas un mentor que te guíe y que te ayude a usar tu tiempo y tus recursos de manera más eficaz. Por ejemplo, imagina las dificultades a las que te podrías enfrentar al empezar en un nuevo puesto de trabajo o al adaptarte a tu entorno de trabajo.
Sin una orientación adecuada, a un principiante le llevará más tiempo aprender una profesión y determinar la dirección que debe seguir.
Sería algo parecido a visitar por primera vez una ciudad extranjera e intentar encontrar una estación de tren.
Por supuesto, podrías encontrarla deambulando por calles que no te resultan familiares hasta que consigas dar con ella.
Sin embargo, si preguntas a los lugareños podrás ahorrar tiempo y esfuerzo.
Además, los mentores y los aprendices desarrollan una relación especial que es mutuamente beneficiosa.
El motivo es que un mentor suele ver a su aprendiz como una versión más joven de sí mismo, por lo que mostrará interés y se involucrará en su futuro.
Por su parte, como un aprendiz siempre siente cierta admiración por su mentor, prestará más atención y tendrá más ganas de absorber sus conocimientos como una esponja.
Sin embargo, el libro “Maestría” de Robert Greene deja bien claro que tu progreso como aprendiz no está restringido necesariamente por las limitaciones propias de tu mentor. De hecho, muchos maestros famosos llegaron a superar a sus mentores.
Alejandro Magno aprendió mucho sobre política del filósofo Aristóteles, y más adelante pudo ampliar esos conocimientos basándose en su propia experiencia.
Por otro lado, igual que hicieron muchos aprendices famosos, deberías buscar un mentor que te enseñe a su manera. Pero no olvides que el objetivo final es superar a tu mentor. Así que ahora te explicaré cómo puedes encontrar tu propio camino después de terminar tu formación.
Cuando termines tu aprendizaje, sé valiente para pensar de forma creativa y desafiar las reglas aprendidas
Durante tu etapa de aprendizaje aprenderás los aspectos más importantes de tu campo. Sin embargo, no puedes seguir siendo un aprendiz para siempre. Por lo tanto, ¿qué debes hacer a continuación? Pues habrá llegado el momento de abrir tu mente y despertar tu coraje natural.
Cuando éramos niños, todos incumplíamos las normas. La mente de un niño está totalmente abierta. Creen que todo es posible, que nada es obvio, y hacen un montón de preguntas: ¿por qué el cielo es azul?, ¿quién está mirándome en el espejo?
Además, los niños también creen en todo tipo de criaturas sobrenaturales o cuentos fantásticos, y son capaces de imaginar por instinto que son reales.
De esta forma, según el libro “Maestría” de Robert Greene, el estado natural del hombre consiste en tener la mente abierta sin temer lo que no se entiende. Por ejemplo, siendo adultos viajamos a otros países en los que no podemos recurrir a nuestras costumbres y experiencias del pasado.
Por lo tanto, nuestras mentes se abren de nuevo. Para los adultos, ver el mundo a través de los ojos de un niño es uno de los aspectos más atractivos de viajar.
Así pues, tras completar nuestra formación debemos recurrir a nuestra libertad y nuestra valentía para caminar de manera independiente con el fin de romper las reglas y subvertir las expectativas. Se trata de una situación que te permite crecer dentro de tu campo para llegar a ser un experto a tu manera.
De hecho, muchos de los maestros de la historia empezaron a pensar de forma creativa y se marcaron como objetivo crear algo único. Por ejemplo, tras cansarse de interpretar el mismo repertorio anticuado para piano, Mozart empezó a componer su propia música.
Así que combinó los estilos que conocía mezclándolos con sus propias aportaciones inusuales y únicas. El resultado es que el público acabó impresionado y abrumado por la creatividad de la música de Mozart.
Por lo tanto, debes ser valiente y pensar de manera distinta, desafiando las reglas establecidas. Si no lo haces, un día acabarás atrapado en un ciclo de reiteración insatisfactoria. De esta manera, el futuro pertenece a quienes aprenden constantemente nuevas habilidades y las combinan de forma creativa.
Puedes aprender a resolver problemas de formas nuevas y creativas ampliando y entrenando a tu mente
La habilidad para resolver problemas de forma creativa se puede aprender. Para empezar, es necesario eliminar las limitaciones y abrir la mente subconsciente. El motivo es que los seres humanos tenemos una tendencia natural a pensar de forma restringida.
En concreto, los humanos nos convertimos rápidamente en criaturas de costumbres, repitiendo las mismas acciones una y otra vez sin reflexionar sobre ellas. Cuando está demostrado que un proceso funciona en una situación concreta, solemos usarlo en situaciones parecidas sin preguntarnos cuál es la manera más adecuada de solucionar el problema.
De forma similar, las prácticas y normas culturales permiten acelerar la comunicación, pero también pueden obstaculizar nuestro pensamiento creativo.
Por ejemplo, para distinguir rápidamente las cosas solemos recurrir a expresiones diferenciadoras como masculino/femenino, cuerpo/mente o ficción/realidad. Cuando nos acostumbramos a usar este tipo de atajos, también nos volvemos insensibles a los matices.
Además, para mejorar el pensamiento creativo debemos entrenar a nuestro cerebro para que forme conexiones nuevas e inusuales con más rapidez.
El libro “Maestría” de Robert Greene cita un famoso estudio que demuestra que después de 10.000 horas de práctica en una disciplina concreta el cerebro se ve sometido a cambios cualitativos, creando conexiones nuevas entre regiones independientes.
Estas conexiones te permiten ver cualquier problema de esa disciplina de una forma nueva y con la mente abierta.
Uno de los ejemplos más evidentes de esto es la capacidad de los seres humanos de solucionar un problema mientras se piensa en algo que aparentemente no tiene nada que ver.
Éste sería el caso de Einstein, que solía tocar el violín mientras pensaba en rompecabezas teóricos, lo que según decía le ayudaba a encontrar soluciones a problemas complicados.
Así que no te rindas por creer que los pensadores nacieron siendo grandes. Porque lo cierto es que puedes controlar y entrenar a tu cerebro. Si sigues los pasos descritos, no te resultará complicado llegar a tener una mente abierta y creativa.
Por último, es necesario saber en qué consiste exactamente la “maestría”.
Maestría: practica hasta ser un maestro, unificando tu mente y tu cuerpo, y liberándote para centrarte en un objetivo mayor
¿Qué es la maestría? Es posible que la hayas experimentado en una situación en la que te hayas visto sometido a mucha presión, cuando tu cuerpo reaccionaba de forma inmediata y automática a las órdenes de tu mente.
Eso es lo que permite a los maestros ver la imagen general, no sólo los detalles. Por ejemplo, la leyenda del ajedrez Bobby Fischer era capaz de analizar de manera extraordinaria las jugadas de sus rivales durante una partida, llegando incluso a determinar distintas maneras en las que dicha partida podía terminar.
De manera similar, el pianista Glenn Gould podía “ver” toda la textura de una pieza musical al interpretarla, y no sólo la parte que estaba tocando en un momento dado. Esto le ayudaba a coordinar con destreza las distintas partes de una pieza durante sus actuaciones.
Pues bien, según el libro “Maestría” de Robert Greene, los maestros son capaces de hacer esto porque han desarrollado una conexión automática entre el cuerpo y la mente. Se trata de una conexión que tiene su origen en la propia naturaleza humana.
De hecho, los animales experimentan las decisiones mentales y las acciones físicas como una única realidad. Por ejemplo, una abeja actúa de inmediato en el momento exacto en el que “decide” picarte.
La abeja se limita a responder a sus receptores sensoriales, y su sistema nervioso envía órdenes a su cuerpo. Así que no analiza a las consecuencias ni reflexiona con profundidad.
Hipotéticamente, nuestros ancestros primitivos tampoco separaban la mente y el cuerpo. Esta disociación sólo se produjo cuando desarrollamos la capacidad de pensar de forma abstracta, algo que nos permitía anular ciertos reflejos.
Por ejemplo, cuando se ven amenazadas, las personas no atacan o huyen de forma automática, sino que intentan que la situación se calme.
Sin embargo, esta separación también implica una ruptura en la unidad del cuerpo y la mente.
En definitiva, convertirte en un maestro hace que tu cuerpo y tu mente se combinen para poder alcanzar un nuevo nivel de habilidad y conocimiento.
De esta manera, cuando pongas en práctica la disciplina, serás capaz de ver la imagen general.
Usar este conocimiento para alcanzar logros importantes en tu campo.
Así pues, el nivel de concentración determina el tiempo que se tarda en convertirse en un maestro. Las experiencias dolorosas y frustrantes que ocurren al principio del proceso de aprendizaje permiten desarrollar una voluntad de hierro.